La localidad pedrereña tiene 5.351 habitantes, el término municipal cuenta con más de 60 Km2, y la altitud del municipio es de 458 metros. Se encuentra a unos 111 Km de la capital sevillana. Entre los términos destacan Carnerero, Casablanquilla, cortijo Viejo, fuente de la Higuera, Galeón, y Hormigo. Pedrera se caracteriza por tener veranos calurosos e inviernos no muy extremos. Las precipitaciones se localizan en marzo y diciembre oscilando entre los 500 y 600 mm/año. Los principales sectores productivos son el olivar con la aceituna de mesa y el aceite de oliva virgen extra, las canteras de piedra caliza, y las granjas avícolas y porcinas. Los parajes naturales más significativos son la sierra del Becerrero, la fuente de la Higuera, el arroyo del Buhó, y la sierra de la Cruz.
Existen vestigios de habitabilidad
en Pedrera desde época calcolítica. La localidad fue denominada durante la
colonización fenicia como Barba, y en época romana algunos autores la
identifican como Ilipula Minor. En el periodo islámico la población se reunió
en torno a una alquería. Parece ser que durante la Edad Media la villa
suministró balas de piedra para las contiendas. Las canteras también abastecieron
de piedra caliza para la construcción de la calzada de Estepa a Sevilla y para
la reconstrucción del castillo estepeño. Hacia 1241 fue incorporada al reino
castellano por el rey Fernando III el Santo, pasando en 1267 a manos de la
orden militar de Santiago hasta 1559. Desde esta fecha es entregada a la casa
de los Centuriones posteriores marqueses de Estepa. En 1557 se constituyó el
concejo de la villa pedrereña independiente del ostipense. Hacia 1837 con la
extinción de los señoríos se desvincula del marquesado instituyéndose más tarde
su propio ayuntamiento constitucional.
Es de reseñar en la
cultura patrimonial “pedrereña” la iglesia de San Sebastián. Es un edificio
construido a base de mampuesto y sillares, consta de una sola nave con
contrafuertes exteriores y cabecera poligonal. En el lado derecho se adosa una
capilla que da paso a la sacristía. La nave se subdivide en tres tramos
mediante finas pilastras adosadas al muro con poco resalte, sobre las que se
apoyan arcos fajones de medio punto que separan bóvedas de arista. El
antepresbiterio se cubre con media naranja sobre pechinas decoradas con los
escudos del Marquesado de Estepa. el presbiterio, de testero achaflanado, se
cubre con una original venera de grandes dimensiones que cobija una imagen de
la Virgen con el Niño, todo ello elaborado en yeso y repolicromado parcialmente
en 1888. Exteriormente presenta dos portadas de piedra de sencillo esquema
clasicista y una esbelta torre campanario compuesta por cinco cuerpos y un remate
piramidal construido en ladrillo. La construcción del templo debió comenzar en
el último tercio del siglo XVI, finalizándose las labores decorativas,
portadas, yeserías de la media naranja y presbiterio en torno a 1600. En el
presbiterio el retablo mayor es de gusto neoclásico, está recompuesto y posee
imágenes modernas, presididas por la Virgen de la Oliva, obra del escultor
sevillano Sebastián Santos. En el muro izquierdo de la nave existe un pequeño
retablo con hornacina entre estípites, datable en el segundo tercio del siglo
XVIII. El siguiente retablo, dedicado a la Virgen del Rosario, ofrece mayor
interés. Consta de un cuerpo con tres calles separadas por columnas corintias
decoradas con guirnaldas, y remate. Data de la segunda mitad del siglo XVIII y
está sin dorar. Su titular, flanqueada por santos dominicos, es obra de pasta
de la época del retablo y evoca el gusto granadino. En la capilla de Jesús
Nazareno, la imagen del titular, de vestir, se fecha en el siglo XVIII. En el
lado derecho, en la capilla que da paso a la sacristía, hay un Cristo Yacente,
una Dolorosa de vestir, obra del escultor sevillano Álvarez Duarte, y otras
imágenes, todas ellas modernas. En este lado de la nave destaca en primer lugar
el retablo de San José, del segundo tercio del siglo XVIII, que consta de
banco, tres calles entre estípites y ático, que ha sido repintado. En él
destaca la imagen del titular, obra granadina del mismo siglo; a su izquierda
se sitúa un interesante grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño, fechable en el
último tercio del siglo XVI, y a la derecha una imagen de San Lorenzo, fechable
en el siglo XVII. A continuación hay un lienzo con el tema de las Ánimas del
Purgatorio firmado por el pintor sevillano Francisco S. Requena en 1897. Por
último existe un pequeño retablo, recompuesto, de orden salomónico, dedicado a
San Antonio de Padua. El conjunto data de hacia 1700. A ambos lados del titular
se colocan esculturas de los siglos XVII y XVIII. repartidos por el templo
existen varios lienzos, entre los que destacan uno dedicado a San Lucas,
fechado en 1701, y otros dos de la primera mitad del siglo XVIII, representando
a San Jorge y a la Madre Ana de Jesús. En la tribuna del coro hay otro de la
Huida a Egipto, del citado siglo. El templo posee algunas obras de orfebrería
interesantes como un cáliz de plata repujada y grabada que tiene base circular
con gallones planos, astil de sección exagonal, nudo esférico y copa lisa,
datable en el primer tercio del siglo XVI; otro cáliz de plata dorada y
repujada con decoración barroca y el punzón se villano Guzmán, es de fines del
siglo XVIII.
La Ermita de Nuestra Señora del
Carmen es un edificio construido con mampostería revocada y consta de una sola
nave cubierta por bóveda encamonada, rebajada y decorada con yeserías de la
segunda mitad del siglo XVIII. El exterior presenta fachada de ladrillo con
doble espadaña. El edificio es datable en el siglo XVIII. en su interior
destaca la decoración de yeserías de la cubierta y el retablo mayor del segundo
tercio del siglo XVIII, que sirve de embocadura a un pequeño camarín. En su
ático se halla un crucificado, de mediano tamaño, del siglo XVI.
La Ermita del Cristo de la Sangre es
un edificio dieciochesco, el cual consta de una sola nave con contrafuertes
exteriores y cabecera poligonal a la que se adosa un camarín. En su interior
encontramos las imágenes de del Cristo de la Sangre, obra del siglo XVI, y una
talla de vestir de la Virgen de la Paz y Esperanza. Ambas esculturas tienen una
gran devoción popular en la comarca. El acceso a la ermita es a través de un
paseo flanqueado por palmeras.
Entre las casas solariegas destacan
la de la plaza Guzmán y Andrés 15, y la de la calle Miguel de Cervantes 5,
ambas del siglo XVIII.
Entre los espacios medioambientales
pedrereños destacan la sierra de la Cruz, la fuente de la Higuera, el arroyo
del Búho y la sierra del Becerrero.
Las principales festividades son la
Candelaria en febrero, la romería carnavalesca en la sierra de la Cruz, el
conocido Carnaval y el entierro de la Sardina previos a la cuaresma, la Semana
Santa, la “velá” de San Antonio en junio, la fiesta de la Virgen del Carmen en
julio, y la feria en agosto.
La tradicional cocina serrana
pedrereña se caracteriza por platos como la porra, las tortillas de bacalao,
los espárragos guisados, el cordero a la pastoril, la porrilla de patatas, el
solomillo al tinto, el gazpachuelo de pescado, la liebre con arroz, los
chorizos a la brasa en carnavales, el picadillo de naranjas con bacalao, las
migas y el conejo con tomate. Entre los dulces sobresalen los roscos de huevo,
las magdalenas, y las tortas de manteca.