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Cortijo Santa Bárbara

Fue propiedad del D. Manuel Bejarano y Fonseca, vicario de la villa y comarca a mediados del XVIII.

La vieja edificación sufrió grandes reformas en el siglo XIX, con el cambio de propiedad.
Y en el XX se han producido cambios para adaptarlo a nuevos usos, pues además del
cultivo del cereal se da circunstancialmente la crianza de perros de raza.
Pudo ser propiedad del don Manuel Bejarano y Fonseca, vicario de la villa a mediados
del XVIII, que se ocupó de formar un patrimonio sobre el que constituir el mayorazgo
de los Cerverales. El abuelo de la marquesa de Cerverales, Custodio Molinero, efectuó
importantes reformas.
Es un edifi cio cerrado, formando bloque, aunque mantiene en pie algunos restos de
las primitivas instalaciones, como el granero y la vivienda situada en el mismo patio.
Se han renovado otras dependencias, construyéndose una vivienda para los caseros. La
crianza de perros ha cambiado también el aspecto del conjunto. El patio principal, accesible
a través de una sencilla portada de cantería decorada con una crestería avolutada,
probablemente del siglo XIX, reúne los principales elementos de la vieja fábrica que ha
llegado en buenas condiciones a nuestros días. La casa principal, que preside el lateral
izquierdo del patio, es de tres plantas, con escaleras que se cubren con bóvedas de aristas;
cumple como vivienda en planta baja y sobrado y cámara en las superiores. Forma
el muro lateral del conjunto, que se abre mediante numerosas ventanas de distintas dimensiones, todas de pequeño tamaño. Parece que fue construida por Antonio Álvarez
Sobrevila, «el Garlocho» a principios del siglo XX. Tras este patio se sitúan las yegüerizas y los toriles, que además se extienden tras la vivienda de los caseros. Tienen su propio
acceso. La vivienda de los guardeses no ofrece interés alguno, pues es una moderna
construcción. Muy cerca está el huerto del casero, que tuvo su propia noria árabe y aún
conserva una alberca romana.