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Caserío de Espejo

Puede datar de finales del siglo XVIII, en 1918 lo amplió Marcelino Espejo.

Se trata de un molino recrecido que dejó de funcionar hacia 1939. Hoy se asocia a
usos hosteleros y residenciales. Puede datar de fines del siglo XVIII. En 1918, Marcelino
Espejo, el abuelo del actual propietario, hizo el señorío sobre un antiguo tinao. «Este
cortijo se restauró en el año MCMXCVIII en recuerdo de Marcelino Estepa», primo del
propietario. Es de planta rectangular, con una pronunciada extensión de los lados largos.
La propiedad se partió aprovechando esta dimensión, quedando la mitad delantera, la
correspondiente al señorío, en manos de una familia y la trasera, correspondiente a la
almazara y el patio anejo, a otra. El abandono de la actividad productiva durante años y
el reparto entre distintos propietarios ha ocasionado una irregular conservación, puesto
que la parte del molino ha sido sometida a un proceso de restauración del que no se han
salvado ciertas dependencias que se ubicaban en torno al patio trasero y de la molienda,
y otra se encuentra abandonada a su suerte. La fachada del señorío, de empaque noble,
está antecedida por un pequeño jardín, algo abandonado. Tras ella se alinean todas las
dependencias relativas al uso residencial. La crujía de cocina y salón se ilumina con una
balconada abierta con un ritmo regular. Tiene continuidad esta nave con la del molino,
reconocible por la torre de contrapeso que encabeza este último tramo. Es una torre de
sección cuadrangular, rematada con un chapitel con cuatro vertientes y pináculo en la
cumbre. En la almazara también hay testimonios de la bodega. Y un granero completa
toda esta línea constructiva que da al patio de servidumbre. A él también abre la zahúrda,
frente a la almazara. Se localiza a 4 km de La Roda.