Su relación con los mantones comenzó con tan sólo 12 años, cuando empezó a bordar en casa, y vivió su momento crucial en el año 1979, en el que expuso sus creaciones en una Feria Iberoamericana de artesanía celebrada en Sevilla. «Por aquél entonces expuse nueve mantones, pero no vendí ninguno porque en aquellos años no se llevaba; sólo lo tenía la gente adinerada, pero se sacaba muy poco a la calle», explica Ángeles Espinar, mientras va y viene del taller a su domicilio para llevar consigo algunas de las piezas más especiales y que todavía conserva. Pese al escaso éxito en términos económicos, el público que asistió a dicha feria mostró un gran interés por los mantones exhibidos, lo que llevó a algunos a visitarla a su taller para comprarle sus creaciones. «Al año siguiente, la cita coincidió con la Feria de Abril, y entonces el mantón ya se había puesto otra vez de moda, ya fuera para ir a la Feria, a una boda o a una fiesta, y así hasta hoy», recuerda la costurera a Efe. Ángeles fue la primera mujer del pequeño municipio de Villamanrique que montó su propia empresa, un hito que, sin embargo, suscitó cierta controversia entre sus vecinos por el hecho de ser mujer, tal y como admite.
Celebridades
En el vestidor donde las clientas se prueban sus modelos, las paredes están repletas de fotografías encuadradas en las que aparece Ángeles Espinar acompañada de famosos y celebridades, entre las que destacan las tomadas durante la recepción de la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, en el año 2007, entregado de manos de los Príncipes de Asturias.
Éste y otros reconocimientos le han proporcionado cierta popularidad, e incluso su nombre figura en la entrada que dedica la enciclopedia digital Wikipedia a su pueblo, Villamanrique de la Condesa. También guarda con cariño en carpetas y cajones los dibujos -realizados a mano y en lápiz sobre papel de seda- que adornan sus creaciones, y entre los que destacan motivos fácilmente reconocibles, como la Giralda sevillana. Pese a los éxitos, a la bordadora sevillana más conocida -sus mantones y mantillas han viajado incluso hasta China- le preocupa sobremanera la continuidad de la tradición: «Yo he tenido ciento y pico de mujeres bordando para mí, y ahora sólo tengo a 20, ya que la juventud no se dedica a esto porque prefieren trabajar en el campo». La explicación se encuentra en la dedicación, paciencia y minuciosidad que exige el bordado a mano -la elaboración de algunos mantones conlleva hasta ocho meses de trabajo-, en función del cuál también se establece el precio al consumidor, y que puede llegar a oscilar «entre 100 y 3.000 euros». El abandono de la tradición pone el bordado al límite de la extinción, según Ángeles Espinar, quien a su vez advierte: «Quien tiene un mantón de Manila tiene una joya, porque esto se perderá».
Follow us in Villamanrique de la Condesa
Paraíso de Doñana. Nature&Horses Resort
Complejo turístico y primera Posada Ecuestre en España con la categoría Premium
Este sitio web usa cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y recoger información sobre su navegación.
Si pulsa "aceptar" o continua navegando consideraremos que admite el uso e instalación en su equipo o dispositivo.
Encontrará más información en nuestra Política de Cookies.