Acoge en la actualidad la Ganadería Herederos de José Mª Escobar
El caserío de Isla Mínima es uno de los más interesantes ejemplos de la arquitectura del agro andaluz gracias a diversas razones de las que destacan su monumentalidad, de corte regionalista, la variada funcionalidad arrocera y ganadera de sus instalaciones, su perfecto estado de conservación y el conocimiento de la génesis histórica de la finca y el caserío, que si bien al parecer pudiera remontarse al siglo XVIII, responde en su configuración actual a los comienzos del siglo XX.
La aparición geográfica de esta isla rodeada de canales, con una superficie de 2.300 ha, se remonta a finales del siglo XIX, cuando la realización de la corta de los Jerónimos la separó de Isla Mayor. En 1910 el marqués de Olaso, su propietario, solicitó al Ministerio de Fomento la concesión de agua para poner en regadío parte de la enorme superficie de la finca, pensando dejar el resto para ganadería.
En 1911 se aprobó su proyecto, que consistía en una toma de agua desde el comienzo de la corta de los Jerónimos, un canal principal y nueve canales secundarios con las correspondientes ramificaciones. Una vez construida la referida infraestructura el marqués encargó la realización de un enorme caserío al arquitecto Vicente Traver, que en plena eclosión regionalista levantó, concluyéndolo en 1927, un complejo constructivo en la línea de las grandes explotaciones que proliferaron a comienzos de la centuria y de las obras de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Por último, hay que referir que después de la Guerra Civil, en 1940, José Escobar compró 1.000 ha de la finca la mitad sur de Isla Mínima, en las que levantó el poblado Escobar, estando ambas explotaciones en la actualidad en manos de sus herederos. En 1944 José Escobar trajo a Isla Mínima la ganadería de Graciliano Pérez Tavernero, que había comprado cinco años antes.
El traslado de las reses desde la sierra de Madrid a las marismas del Guadalquivir tuvo un carácter casi épico, dándose la circunstancia de que se empleó por vez primera el tren como medio de transporte para tan singular "mercancía". Asimismo, ubicó en la finca una ganadería de caballos cartujanos. Por último, debió impulsar algunas reformas en las edificaciones de Isla Mínima para adaptarlo a estas funciones ganaderas.
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